martes, 12 de mayo de 2009

Ni con la pluma

Estoy pensando en que no tengo lápiz, tengo pluma. “El lápiz me mantiene controlado”, la pluma no. Motivo suficiente para gritar, piensa el esquizofrénico. Preferiría ser paloma de nuevo, porque saben? Es lo más simple (si lo simple es complicado) y me gustaría estar en la pared de la casa de la primera lluvia, sin perder el dedo ésta vez.



Cuando no soy palomo no me gusta lo que veo. Veo caballos castigados a cargar lo colgado del pensamiento cavernícola de los bigotones. Así son los días para ellos: Una hora descansan una pierna mientras las otras tres lo mantienen vivo (Eso cuando no está usando las cuatro, sorteando la ciudad) Esto vivirlo quizá unas veinte horas al día es igual a vivir en un desierto sin atmosfera.

Por eso no me gusta traer la pluma, con el lápiz me controlo, con el lápiz ni siquiera hubiera pensado en ser paloma, ni en el castigo de los caballos, ni en el desierto sin atmósfera, ni en la vida con amor/facial… Ah, en eso ni con la pluma.

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