viernes, 15 de mayo de 2009

De amor perdido

Hoy la lluvia me trajo los restos de un amor perdido, de pérdida y algo más, con todos los matices de la palabra y la sensación, tan duro como un golpe de huracán, de tormenta y tornado. Hoy me desperté y miré a la ventana, estabas más presente que yo mismo, en mi cama. El buen trato del viento, que llegaba desde tu rostro, me dejó tumbado, pensando no sé si en tu bien o en tu mal, pero claro de saber que ni tu bien, ni tu mal, son la misma cosa.


Hoy la lluvia trajo consigo los trapos sucios, descifrables sólo en nostalgia y ausencia. Estas dos se llevan bien dentro de mí, como si fuera el lugar favorito para vacacionar. Acercándome a la certeza (mi certeza), la lluvia arrastró más que trapos sucios y rostros frescos. Arrastró algo de mí que había olvidado, algo que dejé en ti, y que a decir verdad ya no reclamo mío.


Hoy, en definitiva, la lluvia arruinó mi día, me presionó para decirte adiós y no diré si lo hice. Sólo diré que hoy, la lluvia arruinó mi día, y que yo, por fin me levanté, enojado por no disfrutar el viento fresco, lleno de necedad, sólo por el cangrejo testarudo que soy en esto. Me dieron ganas de decir buenas noches, pero en vez de eso, di el buenos días.


Todo esto al despertar, pensé como paloma esquizofrénica, y volví a pensar “qué bueno que soy esquizofrénico” Nada de mi cabeza es real (qué felicidad). Ah… Pero cuando la ventana susurra de amor perdido, uno sabe que ni en la esquizofrenia, se puede esconder.

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